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miércoles, 4 de mayo de 2011

Un cuento sobre integración

                                                 OJITOS DE CORAZÓN

Ojitos de Corazón era un duendecito al que llamaban así, justamente porque sus ojitos tenían forma de corazón, pero como el nombre es un poco largo lo llamaremos simplemente Ojitos.

Nuestro duendecito tenía un hermano gemelo quien, para todos los duendes, era igualito a él. Ojitos sabía mucho acerca de igualdades y diferencias. El sabía que por más que todo el mundo lo confundiera con su hermanito, él tenía la nariz un poquitín más respingada y el dedo gordo de su mano derecha era más gordo que el la manito de su hermano. Estaba demostrado que no había dos personas iguales y dos duendes tampoco.

Sin embargo, Ojitos no se fijaba en las diferencias que había entre los duendes. No es que no se diera cuenta que todos somos diferentes en alguna forma, pero sus ojos veían a todos iguales. Parece raro, pero no lo es. El veía más con el corazón que con la vista, y mirando así, es fácil darse cuenta que todos somos iguales en nuestro interior.

En la aldea de los duendes no todos tenían las mismas capacidades, algunos cantaban mal, otros no eran buenos deportistas, algunos no veían, otros no escuchaban o caminaban con dificultad, etc.

Ojitos pensaba que todos debían tener las mismas posibilidades de hacer cosas en la vida, pero en su aldea, como en tantas otras partes, no todos lo entendían así. Había escuelas donde los duendecitos a los que les costaba más estudiar, no podían asistir, muchos duendes adultos no conseguían trabajo porque no podían escuchar o hablar y todas estas cosas apenaban el corazón de Ojitos.

Un día, una gran tormenta se desató en la aldea. Llovió como nunca antes, el viento arrasó con lo que tuvo a su alcance y el granizo completó el triste trabajo de destruir el pueblo casi por completo.
Una vez que la tormenta pasó, se reunieron todos los duendes para ver cómo comenzaban a reconstruir su pequeño mundo.

Alguien tenía que dirigir las obras de reconstrucción, pero nadie quería hacerse cargo de semejante tarea. Ni siquiera la autoridad máxima de la aldea, Gruñón, un duende que por todo se enojaba.
Ojitos se ofreció a hacerse cargo de las obras. Pensó que ésta sería una oportunidad de hacer algo mucho más grande que la reconstrucción de un pueblo.

1 comentario:

  1. Sugerencias pedagógicas:

    Para pensar y conversar con papá y mamá:

    - ¿Qué actitud tomaría frente a una persona con algún tipo de discapacidad?
    - ¿Tiene algún amigo o conocido con alguna discapacidad?
    - ¿Les das la oportunidad de integrarse a tu vida y a la vida de los otros?
    - ¿Te das cuenta que por más que alguien tenga alguna limitación, puede hacer un montón de otras cosas y que nadie debe quitarles la oportunidad de hacerlo?

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